La Infancia Olvidada






El 14 de marzo de 2020,  en España se decreta oficialmente el Estado de Alarma, debido a la alerta sanitaria por Pandemia por Coronavirus (COVID19). Desde este momento, queda suspendida toda actividad al aire libre, al igual que toda la vida social, de todos los ciudadanos, pequeños y mayores, restringiéndose las salidas únicamente por cuestiones súmamente justificadas.

En este momento, los niños y niñas dejan de ir a los centros educativos, y permanecen en casa. Evidentemente, primando su seguridad y salud física, las familias aceptamos estas condiciones, en un principio por 15 días.

El hecho es que niños y niñas permanecen en casa, aislados, sin tener contacto con sus amigos y amigas, y en muchos casos, sin poder disfrutar del aire libre, correr, tomar Sol, ... Esto tiene un pequeño avance a finales del mes de mayo, cuando tras comenzar las fases de desescalada del Estado de Alarma, establecen una franja horaria para que niños y niñas puedan pasear alrededor de su domicilio (máxime a 1 km de distancia), acompañados por un adulto, tomando todas las medidas higiénicas y preventivas necesarias.

                                        

Es aquí cuando niños y niñas desaparecen del plan de desescalada. Nunca más se establecieron medidas que les afectara. Siguieron pudiendo salir a caminar, incluso en estos momentos pueden ir a la playa, al supermercado, pero todo desde la visión del adulto que los acompaña, ya que este privilegio también es disfrutado por ellos.

En estos momentos, el territorio español ya avanza en la desescalada, en algunas provincias ya hasta en Fase 3, donde comienzan a abrir centros comerciales, los locales de ocio nocturno para adultos, los bares y restaurantes, gimnasios, ... Sin embargo, la infancia sigue estando olvidada.

En cuestión de educación, se sigue debatiendo cómo y cuándo podrán incorporarse a los centros educativos. En muchas provincias, la educación de infantil y primaria se ha relegado únicamente a un entorno online, y comienzan a incorporarse los alumnos/as de últimos cursos de secundaria o Bachillerato. Mientras que la educación infantil de primer ciclo sigue esperando por un protocolo sanitario, que les indique a los profesionales y familias qué medidas deben tomar.

En cuanto a la vida social, parques infantiles, tanto cerrados como al aire libre, siguen cerrados. Las actividades de reunión infantil, siguen siendo supeditadas a las actividades permitidas a los adultos/as. Mientras, ellos/as siguen haciendo lo que se les pide, cada vez más tristes por no ver a sus amigos/as, con preguntas cada vez más claras sobre el porqué, para qué y hasta cuando esta situación. Quieren volver al cole, quieren volver a ver a los amigos/as, quieren volver al parque, ... pero nadie los escucha. Les hemos silenciado a través de la decisión de quiénes les gobiernan, sin escucharlos.

¿No parece, al menos extraño, que los adultos podamos reunirnos alrededor de una mesa para tomar café con hasta 10 amigos/as más, y los niños y niñas ni siquiera puedan ir a un parque al aire libre? ¿No parece que nos hemos olvidado de la infancia?

Pues parece que no,  siguen hablando de la salud física (por supuesto, importantísimo) como excusa para el no regreso, pero han olvidado la salud psicosocial.

 Por un lado, las emociones de niños y niñas, quiénes han visto su vida parada de la noche a la mañana, sin alternativas. Que echan de menos sus rutinas, sus entornos, sus amigos/as, y han tenido que gestionar emociones de frustración, tristeza, incertidumbre, entre las paredes de su hogar. Por otro, todo lo que afecta a su cambio de rutinas, como son los cambios en el ritmo del sueño, los hábitos alimenticios, sus juegos, su actividad física, ... Y todo ello como se refleja en episodios de ansiedad infantil, insomnio, trastornos del comportamiento,...

Desde este pequeño rincón, sólo espero que pronto pueda escribir sobre lo importante que ha sido escuchar a la infancia para establecer las medidas que les afectan directamente. Mientras, seguimos esperando, tomando las medidas necesarias, y confiando en que alguien quiera trabajar por y para la infancia.


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