Emociones Infantiles: ¿Gestionarlas o Controlarlas?

Desde que un niño o una niña nacen, expresan emociones. El llanto como primer modo de comunicación, da paso a la sonrisa, las miradas, los pucheros... Son tantas las expresiones que les ayudan a revelar sus emociones en los primeros años de vida, que apenas con mirarlos  y mirarlas ya nos indican qué les pasa.

Desde que nacemos expresamos emociones, y en el receptor está que las sepa entender o no para satisfacer aquello que las provoca. Un/a bebé llora para conseguir comer, para que le ayudemos a dormir, porque necesita un cambio de pañal  o simplemente porque necesita el calor y la compañía de su mamá o su papá. El adulto/a responde satisfaciendo estas necesidades, y entonces el bebé vé reforzada su expresión.

Ahora bien, ¿Conoces las emociones que podemos expresar?  Todos los seres humanos coincidimos en expresar las llamadas "emociones básicas". Paul Ekman (1972) determinó 6 de ellas, explicando que todas las personas realizamos la misma expresión facial de: alegría, tristeza, miedo, enfado, asco y sorpresa. 

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Expresión facial de las emociones básicas de Paul Ekman (1972)


Pues bien, ahora que sabemos que podemos conocer las emociones que sienten los demás a través de su expresión facial, las personas queremos ir más allá queriendo conocer por qué sentimos esas emociones. 

Así como cuando un bebé expresa enfado o tristeza sabemos que hay necesidades que debemos cubrir, a medida que crecemos queremos saber por qué los niños y niñas se enfadan o están tristes. Sin embargo, aunque podemos saber qué emoción tienen por sus expresiones, ellos y ellas a veces son incapaces de explicar con palabras qué le ocurre.

¿Qué podemos hacer? Te dejo aquí algunas formas de ayudar a tu peque a explicarte el por qué de sus emociones:

1.- Dialoga con él y ella a cerca de cómo ha llegado esta emoción. ¿Qué ha podido ocurrirle? ¿Cómo llegó a sentirse triste? ¿Qué le provoca tanta alegría?. Este diálogo no vale hacerlo de cualquier manera, dedícale atención, puesto que lo que te va a contar es importante, debe tener toda tu atención. Colócate a su altura, mírale a los ojos y transmítele confianza y tranquilidad.

2.- Si las palabras se hacen cortas, podemos expresarlo con lenguaje no verbal. Recuerda que es una tarea muy difícil para ellos y ellas, así que permítele expresarse con gestos, con dibujos o expresiones corporales.

3.- Si nada de esto funciona...  permítele no tener que explicar el por qué. Pasa del "por qué" al "para qué", demos una utilidad a esa emoción. ¿Para que te has enfadado? ¿Qué queremos conseguir con esto? ¿A dónde quiere llegar? 

4.- Permítele no saber... A veces las emociones llegan sin previo aviso, y sólo necesitan que papá o mamá lo abracen y le transmitan la calma y la confianza que necesitan alcanzar para ver la situación desde otro punto de vista.

He aquí la diferencia entre controlar la emoción y gestionarla. Las emociones no son buenas ni malas en sí mismas, sólo que algunas veces no llegan con la intensidad adecuada, en el momento adecuado. Es importante poder gestionar la intensidad con la que expresamos nuestras emociones y elegir el momento para ello. ¿Y esto cómo se enseña? 

Muchas son las veces en las que los adultos/as nos olvidamos que somos ejemplo de todos los aprendizajes de los niños y niñas. Ser su espejo no es sencillo, por eso, somos los primeros que debemos gestionar bien nuestras emociones, saber respirar antes de tener una discusión, saber volver a la calma tras un enfado, mostrar la posibilidad de pedir perdón, la sensación de arrepentimiento y la voluntariedad de no volver a repetir aquello que causó daño. 

Igualmente, tener empatía con otras personas que están tristes, saber consolar y ayudar a otros cuando lo necesitan, así como mostrarnos alegres por aquellas cosas que son satisfactorias, también son importantes ejemplos de gestión emocional.

Y no olvidemos que, la forma de pensar de un niño/a no es igual a la de un adulto/a, no pretendas que llegue a pensar como tú, pues ese sería el primer error educativo cuando queremos que sean buenos gestores de sus emociones.




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