Disciplina Positiva: Respeto, Firmeza y Amor

La Disciplina Positiva surge ante la inoperancia de la disciplina tradicional. La sociedad cambia, y como tal, cambia igualmente la forma en la que educamos. Es entonces cuando se comienza a prestar atención a la efectividad de educar bajo las premisas de respeto mutuo, afecto y firmeza.

Si educamos teniendo estos aspectos como pilares de nuestro estilo educativo, los beneficios a corto y largo plazo son evidentes. Uno de los aspectos que más se fortalecen son la autoestima de los pequeños y pequeñas, como padres y madres damos responsabilidades a los niños y niñas a las que puedan hacer frente, sintiéndose útiles  e importantes.

Por otro lado, les enseñamos habilidades sociales para su día a día. Respeto, afecto, confianza, son habilidades que usamos en nuestra vida diaria y que nos sirven para desenvolvernos mejor en la sociedad en la que vivimos. Estos aspectos sólo se enseñan bajo el ejemplo, un niño aprenderá a respetar a otras personas, sólo cuando sus padres y madres respeten. Y qué mejor que empezar por respetarlos a ellos y ellas.

Igualmente, al educar pensando en sus emociones, se potencia su inteligencia emocional. Enseñamos a reconocer las propias emociones, las de los demás, y a saber gestionarlas. Si ante un enfado o rabieta, no atendemos al niño o niña, y no validamos su emoción, él o ella tampoco lo sabrá hacer cuando vea a un amigo enfadándose. Igualmente, si usamos esa frase tan tradicional de "Que feo te pones cuando lloras", no ayudamos al niño a expresar la tristeza, haciéndole entender que llorar es malo, y que sólo es bueno estar contento.

Por lo tanto, educar bajo la idea de la disciplina positiva, conlleva respetar sus emociones, guiarlos en su gestión, sin imponer, sin juzgar, y permitiéndoles equivocarse y aprender de ello. Todo esto, usando como método fundamental, el afecto y el amor. Para ello podemos usar algunas técnicas:

  •  Sé su ejemplo: Puede ser que no te escuchen, pero siempre seguirán tu ejemplo. Por ello, cuida tus actitudes, pues las repetirán.
  • Cambia tu lenguaje: Céntrate en lo que te gustaría que hicieran, en lo contento que te pones cuando hacen las cosas de la manera adecuada. Decir lo que no deben hacer, y lo que no te gusta, sólo dará lugar a que se fortalezcan las malas costumbres.
  • Sé coherente: Si no te gusta que haga algo, no lo hagas tú. Si no te gusta que grite, no le grites.
  • Da opciones, permíteles elegir. Estas opciones deben ser limitadas, y debes tener en cuenta que sea cual sea la opción elegida, debes respetarla.
  • Valida Sentimientos, potencia su inteligencia emocional.
  • Confía, no es sencillo al principio, pero con el tiempo necesario alcanzaremos avances estable
  • Quiérelos, quiérelos mucho.
Con todos estos ingredientes, sazonados y revueltos con todo el cariño que supone ser una familia, seguro tendrás éxito en la educación de tus peques. No olvides que, educar no es cómodo, y la peor opción es siempre la de no hacer nada.





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